Silvina fue carnicera, tendera y comerciante de
Barbolla. Digo comerciante porque mi madre habla de ella como si tuviera un don para los negocios y el comercio. Me decía que era muy buena tendera.
Yo coincidí con ella en esto de la vida muy pocos años. Yo llegaba y ella se iba. Pero para mi es un recuerdo entrañable.
Recuerdo la tienda pequeña, con un mostrador frente a la puerta, detrás del mostrador la puerta que unía la tienda con su casa y una nevera pequeña a la izquierda, donde entre otras cosas, curiosamente guardaba las pilas. Pero no me hagáis mucho caso porque los recuerdos de infancia ya se sabe…
Solíamos ir a comprar en grupo. Supongo que cosas para ir de
merendola. Un día nos quiso dar una sorpresa. Día aciago. Recuerdo que con un
preciosisimo corderito lechal en brazos, dijo “niños, como sois de ciudad, y seguro que no habéis visto nunca hacer esto, os lo voy a enseñar, pasar, pasar”
Nosotros
súper ilusionados la seguimos dentro. A veces nos llamaban cuando paría una vaca o algo así.
Ella se sentó con el
corderito en el regazo, colocó un cubo en el suelo, cogió un cuchillo y con un movimiento rápido, ras…adiós
corderito.
¡Aaaaaaahhhhhhhh!Salimos todos corriendo despavoridos. No fuese caso…Pobre
Silvina, no nos gustó su clase práctica. ¡Pero vamos hombre, en que estaría pensando esta mujer, éramos tiernos e inocentes niños!
Llegué a casa
indignadísima, pero a mi madre le hizo gracia, y mi abuela se partía de risa. Pues vaya gracia. ¡Pero si era una asesina de corderos!!Asesina de corderos!
Dos o tres años después La
Silvina murió. Debíamos tener ya unos 10 años (6 los pequeños).
Una noche, en la peña Las Jarras, a alguien se le ocurrió hacer espiritismo. Yo intenté salir de allí corriendo, me dan pánico esas cosas.
Malísima idea, fuera estaba todo negro y no había luna. Me tuve que quedar.
Entonces alguien invocó al espíritu.
Sil-viiiii-naaaaa, manifiestateeeee
Sil-viiiii-naaaaa, si estasss aquiiiii…bébete la Fanta.
Y ahora digo yo,
Silvina sí estás aquí.
En nuestro recuerdo.